domingo, 7 de agosto de 2016

Nuestro Pan de Vida

CRISTO, nuestro Pan de Vida nos invita como su Iglesia a ser Casa de Pan.


En el Encuentro Nacional de SOLUDAVE, realizado en Caracas, el 26 de agosto de 2011, en un taller sobre Intervención en Crisis; facilitado por la psicologa y hermana en Cristo, Rebeca Machado, allí estudiabamos sobre el libro de Rut, la historia de Nohemi y su familia, y como ellos vivieron una situación de hambre en la tierra; recuerdos muy gratos de convivencia y un sentido homenaje a la hermana, ahora en la Iglesia Triunfante: Ruth de Kempff.

En la mesa de trabajo posterior al taller surgió la propuesta para desarrollar en cada Iglesia local, el programa “Casa de Pan” es decir, cada sociedad de damas, según sus vocaciones y capacidades,  estudiaria en su contexto las posibilidades de servir a los mas necesitados.
(En comida, ropa, cuidados especiales, tiempo... y otros)

Ninguna de las damas allí presente imaginamos siquiera, la situación de hambre que nos ha tocado enfrentar en Venezuela), Es valido decir que la propuesta fue aceptada por la ILV.

Ahora, ¡Señor! ¿Como puede ser esto posible? ¿Como podemos ayudar a otros? “Tu, sabes bien, lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espada, tan solo redes y mi trabajo”. 
Sin embargo, cuando Cristo llama, él tambien capacita, nos provee y sostiene. La Iglesia recibe de su gracia, en su Palabra y Los Sacramentos somos fortalecidos para mostrar al mundo, su amor y su perdón (por lo que hemos hecho o dejado de hacer).

Invito a reflexionar: Los momentos de crisis que vivimos, requiere que en los Encuentros y Plenarias, haya el espacio suficiente, para revisar como estamos poniendo en práctica la misión encomendada como Iglesia, por ejemplo: ¿Como estamos sosteniendo la formación teológica y doctrinal? ¿Como estamos apoyando y promoviendo a los que ya están formados? ¿Cual es el rol de la Iglesia en la situación que vivimos? “Porque Dios nos gobierna de tal manera que no quiere que seamos holgazanes” -Lutero (Discursos sobre Génesis AE 8:94) Así como Dios alimentó diariamente a su pueblo en el desierto, él continua alimentando a los cristianos, con el pan del cielo para que sean instrumentos de su misericordia en un mundo moribundo. (Tomado de: John T. Pless. Catecismo Menor sobre la Vida Humana.  Pag.25)