sábado, 25 de marzo de 2017

No somos la iglesia que celebra con el Papa, los 500 años de la Reforma

Este año celebramos el quinto centenario del día cuando Martín Lutero echó sus 95 Tesis contra las enseñanzas falsas de la iglesia de Roma. La Reforma del siglo XVI después de Cristo, este evento es una batalla victoriosa en la lucha para conservar “la fe que ha sido una vez dado a los santos” (la carta de Judas, versículo 3). Por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo, Lutero y sus compañeros restauraron los principios de sola Escritura, sola gracia y sola fe, que estaban entenebrecidos en aquel tiempo. Sin embargo, la Reforma que comenzó en 1517 fue una batalla que continúa hasta hoy en día, en la lucha del enemigo por distorsionar y oscurecer La Palabra de Dios.

De hecho, encontramos algo semejante en la Reforma del siglo XVI en el Antiguo Testamento. Según 2° Reyes, capítulo 22, más 600 años antes de Cristo, Josías, el rey justo de Judá, mandó la reparación del Templo de Jerusalén por primera vez en 200 años. Durante la limpieza, el sumo sacerdote Hilcías hizo un descubrimiento. “Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: El libro de la ley he hallado en la casa de Jehová. É Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.” 2 Reyes 22:8

Este “libro de la ley” era una copia original de los libros escritos por Moisés. La autoridad de este libro fue indudable, más que las copias de copias que existían y fueron usados en el culto del pueblo. Con el libro de la ley en su mano, el rey Josías quitó de su pueblo muchas prácticas idólatras. “Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, y a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los vasos que habían sido hechos para Baal, para Asera, y para todo el ejército del cielo; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Betel. Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodiaco, y a todo el ejército del cielo. Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle de Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo de él sobre los sepulcros de los hijos del pueblo. Además derribó las casas de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en las cuales tejían las mujeres tiendas para Asera. E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban perfumes, desde Geba hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad.” 2° Reyes 23:4-8

La meta de los reformadores fue llamar la iglesia de Roma al arrepentimiento de la doctrina falsa y volver a la enseñanza correcta. Pero, Roma lo rechazó en el Concilio de Trento (1545-1563) y hoy no ha cambiado las prácticas de orar a la Virgen Maria y los santos y ofrecer alivio de purgatorio por medio de las indulgencias, entre otros errores.

De hecho, según ACI Prensa, 29 de noviembre de 2016, el Papa Francisco decidió: “Conceder las indulgencias plenarias durante todo el Año Jubilar que comenzó el 27 de noviembre de 2016 y terminará el 26 de noviembre de 2017. Por los 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima, los que vengan en peregrinación al Santuario de Fátima en Portugal en Portugal y que allí participen en una celebración u oración dedicada a la Virgen pueden obtener en esta manera las indulgencias plenarias. Además de ello los fieles deben rezar el Padrenuestro, recitar el Credo e invocar a la Madre de Dios”.

La segunda forma de obtener las indulgencias plenarias se aplica para “los fieles piadosos que visitan con devoción una imagen de Nuestra Señora de Fátima expuesta solemnemente a la veneración pública en cualquier templo, oratorio o local adecuado en los días de los aniversarios de las apariciones, el 13 de cada mes desde mayo hasta octubre (de 2017), y participen allí devotamente en alguna celebración u oración en honor de la Virgen María”. Las personas que por la edad, enfermedad u otra causa grave estén impedidos de movilizarse pueden rezar ante una imagen de la Virgen de Fátima y deben unirse espiritualmente en las celebraciones jubilares en los días de las apariciones, los días 13 de cada mes, entre mayo y octubre de 2017.

ATENCIÓN. Un mes antes de este anuncio, el mismo Papa Francisco participó en un culto del Día de la Reforma, el 31 de octubre de 2016, en Lund, Suecia, Al terminar de la oración común, el Papa y el obispo Munsib Yunan, presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron una declaración conjunta de su compromiso a la “unidad visible” de sus iglesias.

¿Como puede ser esto? Sin resolver las diferencias en la doctrina que impulsó la Reforma del siglo XVI, ¿como puede ser “unidad” entre la iglesia romana y los luteranos? Además, “la arzobispa” de la Iglesia Luterana de Suecia es una mujer y otra “obispa” es abiertamente lesbiana. Estas cosas supuestamente son contra la práctica de la iglesia romana, y la enseñanza de las Escrituras también.

Es importante entender el desarrollo de ecumenismo, un movimiento que cruza las fronteras de varias denominaciones para buscar la unidad visible de todos los cristianos. La palabra “ecumenismo” está derivada del griego, «οικουμενικός» (oikoumenikós), que en la antiguedad refiere a todo el terreno bajo la autoridad del imperio romano. Se encuentra esta palabra en el Nuevo Testamento en Lucas 2:1, "Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo («oikoumenē»)". También, el diablo tienta a Jesús ofreciéndole "todos los reinos de la tierra («oikoumenē»)" (Lucas 4:5). El Libro de Concordia incluye los tres “credos ecuménicos”, es decir, los tres apropiados por las iglesias en todas partes del imperio romano en la antiguedad.

El movimiento moderno de ecumenismo surgió en el siglo XX entre algunas iglesias protestantes para superación de las divisiones entre los cristianos, no importa cuestiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica. La Federación Luterana Mundial es el fruto de este movimiento entre luteranos. Las mayores iglesias en la Federación son las iglesias luteranas nacionales de Europa y los EEU que fueron influenciadas por el racionalismo del los siglos XVIII y XIX. Para esta iglesias, las Sagradas Escrituras y el Libro de Concordia son documentos históricos importantes. Sin embargo, muchos partes de ellos no se aplican a nosotros hoy en día a causa de la razón humana se ha mejorado nuestro entendimiento de la condición humana y el mundo. Es decir la razón humana se coloca por encima de la Palabra inspirada.

La iglesia romana aceptó muchas de las metas del ecumenicismo en el Concilio Vaticano II. Entonces, el 31 de octubre de 1999 en Augsburgo, Alemania, se firmó la Declaración Conjunta Sobre la Doctrina de la Justificación,por parte del Cardenal Edward Cassidy, el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y el obispo Christian Krause de la Federación Luterana Mundial. En este documento, la definición de los términos es tan amplia que puede ser interpretada en cualquier manera. Sin embargo, a veces el documento no puede evitar las diferencias en la doctrina romano y la doctrina luterana.

Por ejemplo, la Confesión de Augsburgo Artículo IV, “De Justificación” declara: "También ellos [nuestras iglesias] enseñan que los hombres no pueden ser justificados ante Dios por sus propias fuerzas, méritos u obras, sino que son libremente justificados por amor de Cristo, por la fe, cuando creen que son recibidos en favor, Y que sus pecados son perdonados por el amor de Cristo, que por su muerte ha hecho satisfacción por nuestros pecados. Esta fe Dios imputa por la justicia a Su vista.”

La Declaración Conjunta declara: "38. Según la comprensión católica, las buenas obras, hechas posibles por la gracia y la obra del Espíritu Santo, contribuyen al crecimiento en la gracia, para que se preserve la justicia que viene de Dios y se profundiza la comunión con Cristo . Cuando los católicos afirman el carácter "meritorio" de las buenas obras, profesan que, según el testimonio bíblico, se les promete una recompensa en el cielo a estas obras. Su intención es hacer hincapié en la responsabilidad de las personas por sus acciones, no para cuestionar el carácter de esas obras como regalos, o mucho menos para negar que la justificación siempre sigue siendo el don no merecido de la gracia ".

Ese párrafo usa "gracia" según la enseñanza de la Iglesia Católica Romana: que es "gracia infusa" realizar buenas obras que contribuyen a la salvación. Pero, si la gracia salvadora es el favor inmerecido de Dios, como dicen Romanos 4: 4 y 11: 6, entonces, en el artículo de justificación, la gracia y la justificación por las obras (la Ley) son clara y mutuamente excluyentes.

Hasta ahora, ninguna de las declaraciones conjuntas de la iglesia romana y la Federación Luterana Mundial ha aprobado el compartimiento del sacramento del altar entre los luteranos y católicos. Hay señales que el Papa Francisco quiere hacer un decreto a tal efecto en este año aniversario de la Reforma, aunque la iglesia de Roma no ha rechazado los decretos del Concilio de Trento que condenan los principios de la Reforma. Cuando preguntaron el mismo Cardenal Cassidy si había algo en la declaración oficial común en contra del Consejo de Trento, el les dijo: “Claro que no, de lo contrario, ¿cómo podríamos hacerlo? No podemos hacer algo contrario a un concilio ecuménico. No hay nada allí que condene el Concilio de Trento” (Noticias Ecuménicas Internacional, 11/1/99). En su respuesta formal a la declaración, la iglesia de Roma afirmó: “La Iglesia Católica considera que todavía no podemos hablar de un consenso que elimine todas las diferencias entre católicos y luteranos en la comprensión de la justificación.”

La Iglesia Luterana de Venezuela (ILV) NO es miembro de la Federación Luterana Mundial y no estamos en comunión con las congregaciones que pertenecen a la Federación. Aunque en Venezuela hay algunas congregaciones en comunión con la Federacion Luterana Mundial que forman una iglesia nacional se llama la Iglesia Evangélica Luterana en Venezuela (IELV). El presidente de IELV es Gerardo Hands Colmenares, quién una vez era un pastor de la ILV. Sin embargo, las congregaciones de la ILV no están vinculadas con la IELV. La ILV es miembro del Concilio Luterano Internacional (CLI), una asociación de iglesias cristianas que adhieren fielmente a las confesiones históricas de la Iglesia de la Reforma Luterana.

Es cierto que, Martín Lutero no quería que una iglesia llevara su nombre. Sin embargo, el término, “luterano”, ha resultado útil para identificar en breve cuales son las enseñanzas especificas de una congregación. Es como la marca “Harina P.A.N.” en un paquete de harina de maíz es una garantía de su calidad. Pero, la marca no significa nada si el paquete está lleno de arena, no de harina. También, no todo lo que lleva el escudo de Lutero es luterano. Es bien importante en este año, por la celebración de los 500 años de La Reforma, clarificar que son nuestras confesiónes, y que estas, no son solamente la confesión de Lutero y los reformadores del siglo XVI, Es la confesión en Cristo, de la Iglesia Apostólica basada en las Sagradas Escrituras y nada mas.


“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caida y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, a Cristo nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos”. Amén. Judas 24-25