sábado, 9 de mayo de 2015

¿Quien es la madre de los cristianos?

Dios se ha revelado a nosotros como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas en un Dios. De esta manera Dios quiere para nosotros entender y relacionarnos con él. Para pensar en él de otra manera es negar su Palabra inspirada.

Entonces, no es aceptable para llamar a Dios nuestra madre. Los que hablan de una Madre celestial tienen otra religión, no la fe cristiana. También, es idolatría orar a la Virgen María en lugar del Padre o el Hijo o el Espíritu Santo, o hablar de ella como la Reina de los cielos o Co-Redentora.

Dios es Padre de todo ser humano por causa de la creación (Génesis 1: 26-28). “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Ambos sexos fueron creados en la imagen de Dios, es decir, con la capacidad para vivir con sabiduría y justicia, como Dios. Sin embargo, Dios los creó sin madre y ellos andaban en el jardín con solo su Padre celestial.

Jesucristo fue nacido de la virgen María por obra del Espíritu Santo, con un Padre celestial. La relación primordial entre el ser humano y Dios Padre todopoderoso se rompió por la desobediencia de Adán y Eva, pero por causa de Jesucristo, el nuevo Adán, tenemos la reconciliación con Dios. Somos hijos e hijas de Dios por adopción en el bautismo que Cristo ha mandado.

En el relato de Jesús y Nicodémo vemos a Jesús reafirmando la necesidad de un nuevo nacimiento, ahora de agua y del Espíritu, esta referencia nos lleva de nuevo a la obra de la Iglesia y su misión en los medios de gracia: Bautizar, proclamar la Palabra de Dios, mostrar su amor al mundo y enseñar a los nuevos creyentes.

Nacemos de nuevo como hijos de Dios en los brazos de la Iglesia, que es la comunión de todos los creyentes y el cuerpo de Cristo en este mundo. Somos miembros de ella por medio del bautismo.

Además, las Sagradas Escrituras hablan de Cristo como Esposo de su Iglesia y en este contexto se evidencia la creación, sustento y permanencia de la Iglesia. “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su mujer, y serán dos en una carne. Este misterio grande es: mas yo digo esto con respecto a Cristo y a la Iglesia.” (Efesios 5: 31-32).

San Juan en Apocalipsis 21: 9, “Y vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete postreras plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la esposa, mujer del Cordero.” y en Apocalipsis 22: 17, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.”

También en el Evangelio según San Lucas 8:21 encontramos a Jesús diciendo a la audiencia: “Mi madre y mis hermanos, son los que oyen la Palabra de Dios y la cumplen”

Todos tenemos una madre física y damos gracias a Dios por la bendición de nuestras madres, pero hablando espiritualmente, como cristianos nacemos, crecemos y somos sustentados por su palabra, en el seno de la Iglesia.

Un Señor, una fe, un bautismo. Efesios 4:5


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