domingo, 4 de octubre de 2015

EL AMOR ES UN MANDATO

Lo que aprendí en el sermón de hoy. Mateo 22:34-40

                                                 EL AMOR ES UN MANDATO.

Cuando pensamos en el concepto de la palabra amor, lo asociamos a un sentimiento o emoción, que eventualmente nos embarga, y por lo general es condicionado o por lo menos, esperamos encontrar ciertos atributos en el ser amado, para que se haga merecedor del amor que se le profesa; es decir esperamos alguna  recompensa. 

En la lectura de hoy encontramos a los fariseos, un grupo enfrentados doctrinalmente, a los saduceos quienes  anteriormente Jesús habia hecho callar, (mostrandoles su ignorancia de las Sagradas Ecrituras), oyendo esto los fariseos se juntaron, con el propósito de tenderle una trampa a Jesús,
el trasfondo era ¿Quien es el mejor? Justificandose en el cumplimiento de la ley.

La pregunta: -Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento en la Ley? 
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento y el segundo es semejante: Amaras a tu projimo como a ti mismo.

Como podemos apreciar el primer mandamiento incluye la totalidad del ser humano: razón, sentimiento y voluntad, es una entrega total, implica colocar a Dios en el primer lugar, una prioridad de vida. 

El segundo, Cristo dice es semejante: la prioridad o compromiso es el bienestar del prójimo.

Los fariseos y saduceos competian en orgullo, los fariseos en el conocimiento de la ley y los saduceos por su tradición y servicio en el templo. Sin embargo Jesús les muestra que estan errados en la aplicación de Las Sagradas Escrituras, particularmente por su egoismo, el egocentrismo no permite ver mas allá del propio interes, conveniencia o beneficio.

Del mandato del amor depende toda la Ley y Los Profetas. Mateo 22:40.

Un mandato de Dios no es opcional, no deberia depender de si me hace sentir bien, si me agrada.
En este espejo encontramos reflejada nuestra condición humana, no hemos cumplido su Ley, no hay justificación posible.

Por esto Cristo es la justificación dada por Dios, El asumió en la cruz, nuestra falta de amor hacia Dios y hacia nuestros semejantes, y en su infinita gracia nos otorga su perdón.

Ahora, nuevas criaturas reflexionando cada uno en las prioridades de su corazón, podemos decir: “Señor, gracias por tu excelso amor, ayudanos y enseñanos a amar, como tu nos amas”. 

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